miércoles, 17 de junio de 2009

"10.10 am"

A las diez en punto escribió: “Las amo y necesito una oportunidad para demostrarlo. No puedo vivir sin ustedes. La vida así no tiene sentido. Si en diez minutos no me respondes, me quitaré la vida. Las amo.”
Envió este mensaje a través de su teléfono móvil e inmediatamente bajó al tercer subsuelo del parking abandonado con la firme determinación de cumplir con su palabra. Se había convencido que no habría vida sin su esposa y la pequeña Lily.
Dejó su teléfono en un lugar visible y empezó a pasar cuidadosamente grasa de caballo en un tramo de la cuerda como le habían dicho, quería asegurarse que corriera fácilmente y no quemara demasiado la piel. Constantemente miraba hacia el teléfono esperando la entrada de un mensaje o una llamada. Con habilidad realizó un nudo corredizo y luego de varios intentos consiguió pasar la cuerda sobre una viga. Pendiente del teléfono en todo momento, recogió un par de sillas rotas, tres cajones y un trozo generoso de madera que se encontraban esparcidos por el lugar. Se dispuso a crear una base donde subirse. Su mirada paseaba entre su reloj de pulsera y el teléfono móvil. Su cabeza repetía una y otra vez que si no podía rehacer su vida con las personas que amaba, ésta era la mejor opción. No estaba dispuesto a este fracaso amoroso por los celos injustificados, fantasmas del pasado que reaparecían en su presente. No le importaba demostrar con su vida la veracidad de sus sentimientos.
Como pudo, con los elementos que había reunido terminó de realizar una plataforma visiblemente inestable, los tres cajones de base, luego las sillas a modo de cuña y por último la madera conformaban la altura que estimaba necesaria. Miró su reloj, 10:15 Ya habían pasado cinco minutos de la hora elegida. “El silencio es una respuesta” pensó. Se sentó, respiró profundamente... lloró. Al cabo de unos minutos cogió su móvil y con dificultad subió a lo alto de la improvisada plataforma. Colocó la cuerda en su cuello, cerró los ojos, permaneció unos instantes en silencio dándole una oportunidad a la vida.
Con lágrimas, miró el teléfono por última vez solo para confirmar que no habían entrado mensajes. En ese momento, descubrió que su teléfono no tenía cobertura en el subsuelo. Sintió una profunda felicidad, una ola de esperanza recorrió su ser al tiempo que la estructura se desestabilizaba y dejaba su cuerpo pendulando al final del cabo.

6 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Los hay desgraciados desde luego...
Muy bueno.
Y duro.

Saludos.

Lunática dijo...

¡Qué mala pata la de la esperanza!... En los momentos de desesperación, nos aferramos a cualquier opción sin darnos cuenta de que quizás, nos lleve por el camino del autoengaño.

(Revisaría el texto)
Bss.

LA ZARZAMORA dijo...

El final es aterrador. Primero estaba "colgado" luego
descuelga y por fin se colgô...
Besos Angel.

Zayi Hernández dijo...

por qué no eligió otra manera?...creo que cuando la vida se lleva con sufrimiento, la muerte debe ser menos trágica.
El relato ha sido muy reflexivo, ni te imaginas lo que ha hecho en mi...
besitos.

Sinuosa dijo...

Yo no puedo evitar ponerme siempre en el otro lado. En el de la esposa que no responde (por la razón que sea). Menudo chantaje el del suicida, ¿no?

Muy bien narrado.

Barbie, como él me llama dijo...

hola pasaba por alli .. y me quede a leer este post.. sabesss.. me hiciste llorar.. yo no sé .. tal vez creo en el amor.. creo mucho en los cuentos de hadas... creo mucho en los finales felices...
aunque tambien creo q de los sueños se despierta y que los cuentos se terminan... a final si soy realista..
me gusto .. y t estaré visitando para ponerme al día..

besitos enmielados para ti...