Llegué muy tarde a la cita.
Cuando entré estaban en una álgida discusión.
Ella lo acusaba de tener una amante,
él se justificaba y lo negaba todo.
Incómodo por la situación, busqué
con la mirada un lugar donde sentarme.
Todo fue tan rápido, no dio tiempo a nada.
Ella caminó hasta su bolso, sacó un arma
y le dio dos tiros en el pecho.
Quedamos petrificados.
Hundidos en el silencio.
Entonces, se apagaron las luces
y estalló el aplauso.
3 comentarios:
Muy bueno... sinceramente.
Sorprende el final.. ¿No es así siempre?.. ¿Sabemos como terminan las vivencias?.. Lo inesperado domina nuestra existencia.. A veces con aplausos, a veces con lagrimas.
Nelson
Lo inesperado es la constante.
Comparto.
ILY. este no lo habia leido. Cuando extraño vuelvo a tu blog a releerte y hace que me sienta bien.
23 te asusta?
ms
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