
Todo empezó con un picor en el brazo que en tres días se extendió por todo el cuerpo. Ocupado con las labores de la granja familiar, no le prestó atención hasta que este se hizo insoportable. Entonces, notó que en su piel le estaban saliendo plumas. Pensando que en breve desaparecería el problema, decidió vestir con mangas largas y cuello alto para ocultar su situación a sus hermanas y a su madre. Cuando las plumas empezaron a salir en su rostro, se encerró en su cuarto, aduciendo estar enfermo.
Pasó días mirándose al espejo, hasta ver su cuerpo completamente cubierto de plumas blancas de unos ocho centímetros. Esa noche, mientras todas dormían, cogió una muda y se interno en el monte.
Días más tarde, una partida de hombres encontró sus ropas, pero él nunca fue hallado. Hace unas semanas regresó a la granja, desde entonces camina por el patio de tierra picoteando granos de maíz y rascando con sus patas en busca de insectos. Nadie notó la presencia de un pollo más en el corral. Ahora, espera el día en que uno de sus familiares más queridos, lo coja de una pata y lo meta en una olla.
9 comentarios:
¡Uff!... miraré bien la comida a partir de ahora, no vaya a ser que devore a mi propio hermano.
Conciso y bien contado, me gustó.
Precioso relato el que nos narras hoy, me ha gustado mucho.
Un beso.
Uy, a un amigo también le paso lo mismo, pero se convirtió en ganso.
¡Qué bueno!.. Me gustó.
Divertido y concreto.
Cuándo le llaman "Pollo" a alguien, capaz que le pasó lo contrario ¿No?.
Un abrazo.
:(
Lo mas probable.
Jo, que buenoooooooooooooo.
Me encanta.
Buenísimo.
Te felicito.
Saludos.
Muy buenoooooo, muy original e impactante.
Tremendo.
Felicidades
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