Muchas gracias María, se que los entregas con mucho amor y es para mí un gusto y un honor recibir tus premios y lucirlos en mi blog
martes, 30 de junio de 2009
"Premios"
lunes, 29 de junio de 2009
"Urgencia"
Pueden leer los relatos que los demás compañeros han escrito sobre la misma foto pinchando los siguientes links:
http://visionesdelaluna.blogspot.com/2009/06/donde-estas.html
http://nuevepuertas.wordpress.com/2009/06/29/shock/
Llevaba días esperando el instante de salir corriendo hacia la maternidad. Dos meses hace que terminamos de preparar la habitación del benjamín que llegará a la familia y dos semanas lleva el bolso con todo lo necesario junto a la puerta de calle, sólo faltaba que mi mujer diera la señal de partida. Anoche empezaron las contracciones, si por mí fuera hubiera salido corriendo a la primera pero ella dijo que aún no era el momento. Pasé la noche vestido y caminando de un lugar a otro de la casa esperando el instante de salir. Fue hoy sobre las siete de la mañana cuando ella dijo – Creo que es hora Roberto, llama a la clínica y avisa que vamos de camino – santo cielo, a correr, que torpe, que torpe me puse, para empezar sentí que no podía conducir y mientras ayudaba a Sara a bajar hasta la calle llamé un taxi, la dejé esperando y corrí hasta el piso a buscar el bolso que había dejado atrás “tranquilo tranquilo” me repetía mientras corría por las escaleras. Ya de regreso en la calle mi mujer, entre risas, preguntó si había cogido la cámara para filmar la llegada de Javier, vuelta a correr escaleras arriba y abajo. Llegué a la acera en el momento que arribó el taxi, subimos en la parte trasera y fuimos haciendo las respiraciones que ejercitamos con la matrona, a la llegada a la clínica mi mujer estaba pálida, con gritos y gestos de dolor que calaban en lo profundo de mi impotente alma. Una secretaria me pidió firmara unos papeles en tanto que un asistente acompañó a Sara hasta su habitación. A mí llegada, ¡Dios! casi se me para el corazón al comprobar que la cama estaba vacía. Apurado consulté a la secretaria de planta y me informó que la habían llevado al paritorio de urgencias y agregó - ¿Nervioso? – cerrando la pregunta con una amplia sonrisa. Dejé el bolso en la habitación y cámara en mano llegué al paritorio, allí me dieron ropa adecuada para entrar al quirófano, nervioso lavé mis manos y me vestí con premura y sin perder mi torpeza habitual ya que no sabía donde ponerme para no molestar, esperé como me indicaron mientras preparaban a mi mujer. Vi el ir y venir de las batas celestes y verdes que se movían con naturalidad y me sonreían a su paso. Fue luego de un momento infinito cuando noté un cambio brusco en el ambiente, los movimientos se hicieron urgentes, las sonrisas se transformaron en muecas de preocupación y ya no me miraban a su paso. Alguien salió del quirófano y me dijo que había complicaciones que no iba a poder entrar al paritorio y que por favor esperara fuera. Quedé mudo, petrificado con millones de preguntas que no pude o no quise hacer por miedo o por no demorarlos en su atención.
Una joven me acompañó hasta la cocina de la planta, me sirvió café y tras decirme que no me preocupara, que todo saldría bien se marchó.
He llegado varias veces hasta la puerta del quirófano, he fumado varios cigarrillos uno tras otro, me he servido varias tazas de café. Tiemblo por dentro sin poder dejar de pensar en las peores opciones. Todas las dudas, todos los miedos no expresados durante meses salen a la luz. ¿Qué pasó... qué pasó? Nadie nos dijo que esto podía pasar, todo lo contrario, hasta aquí todos eran buenos augurios y planes de eterna felicidad.
La angustia abraza todo mi ser, los segundos que marca el reloj de pared son rocas que aplastan mi fe en cada golpe de aguja que no puedo dejar de oír, y un solo grito en mi mente ¡Dios por favor no me haga esto, no me haga esto!
sábado, 27 de junio de 2009
"Desierto"
jueves, 25 de junio de 2009
"Malevo"
Antes del alba se oye llegar el taconeo de los hombres en los húmedos adoquines por ambos lados de la esquina. Todos llegan puntuales a la cita, Don Anselmo con sus laderos inseparables el Chato y el Ñato, y el joven llegó con dos desconocidos, como él. El lugar era perfecto, un baldío al costado del puerto y por detrás del matadero.
Los hombres se pararon frente a frente y se junaron por debajo del sombrero sin rencor.
- ¿Cuál es tu nombre? (dijo el Anselmo)
- ¿Y qué más da viejo? Si en poco no lo va a podé pronunciar.
- ¿Tan seguro vení?
- Ansí de seguro vengo ( respondió el joven sin que se le arrugara la jeta)
- Te veo muy pendejo. ¿Has matáo a muchos?
- A usted no le importa. Vamos a lo que vinimo (contestó a la vez que se abría el saco)
- La pucha que estás apurao pa morirte che... (y las miradas se chocaron en los ojos) Vos me querés robar el tiempo.
- Usted ya está acabao don. Aura es mi hora y basta e parlarla que no quiero me agarre el alba.
- Como gusté (y mirando a sus hombres agregó Anselmo) No vamo hace esperar al forastero.
A una señal se abrieron todos los laderos formando un circulo en silencio, como meros testigos para dar fe que ninguno pega el madrugón y que gane quien gane la lucha ha sido limpia, la puñalada certera y la muerte rápida; ya se cansarán luego de contar una y otra vez entre caña y caña como fue el enredo.
El joven se ajustó el lengue y el sombrero, se quitó el saco y lo enrolló en un brazo, con la otra mano sacó el cuchillo de su espalda. Anselmo, de toda la vida peleó con el saco puesto, metió la mano en el costáo izquierdo y sacó el fierro afilado que a tantos había matao. La Luna atravesaba la bruma de la noche haciendo brillar las serpientes de metal que iniciaron su danza. En círculos arremolinados como al compás de un 2x4 se movieron los hombres. Los tamangos giraron precisos levantando el polvo del terreno, los facones chocaban buscando el cuerpo del otro. Un planazo en el rostro sorprendió al joven y rápido Anselmo le entró recto al costáo, crujieron las costillas al romperse y la mano llegó hasta el mesmo corazón. Se le vio caer con lo ojo dado vuelta, ya muerto asegún cuentan.
Anselmo limpió el cuchillo en la camisa del joven y se lo guardó calientito en el costáo. No quiso ni preguntar su nombre – Mejor no saber el nombre de los muertos – pensó. - Vendrán otros como este - se dijo pa sí, sabiendo que algún día será él quien no regrese al bar a chuparse unas cañas y así acrecentar la leyenda.
Por donde vino, con paso tranquilo se marchó con sus hombres, antes que llegara el alba
(Homenaje a la palabra “Malevo” ganadora del concurso propuesto en Internet por la Real Academia)
Debido a algunos correos que señalan la dificultad de comprender el texto por algunas palabras que no se conocen les adjunto este “petit” diccionario.
Malevo: Hombre matón y pendenciero que vivía en los arrabales de Buenos Aires.
Laderos: Persona que secunda a otra, particularmente a un caudillo
Se junaron: Se miraron
La jeta: La cara
Pendejo: Joven
Saco: Chaqueta
Parlarla: Hablar
Pegar el madrugón: Adelantarse a traición
El lengue: El pañuelo que se lleva al cuello.
Tamangos: Zapatos.
Facones: Cuchillos
Planazo: Golpe de plano dado con la hoja del cuchillo.
Chuparse: Beberse.
Caña: Bebida alcohólica.
viernes, 19 de junio de 2009
"Buscado"
Cuando me di cuenta ya estaba atrapado por un remolino que me hundió hasta golpear contra el lecho, en ese momento sentí como el aire y los sueños se escapaban de mis pulmones sin que pudiera evitarlo, un dolor profundo en mi pecho me llevó a presagiar lo peor.
Corrí a lo largo de la orilla, fui testigo de cómo se debatía en medio de una corriente que lo hizo desaparecer, permanecí allí expectante.
Luego de golpear contra el fondo rocoso sentí que la corriente me soltaba, me esforcé hasta alcanzar la superficie y al salir tomé una bocanada profunda de aire y esperanza e intenté ubicar la orilla, luché hasta sentir que una fuerza superior a mí me arrastraba nuevamente.
Volvió a sacar la cabeza por un momento y tratando de salir de ese dolor agitó sus brazos, pidió ayuda, me paralicé, tuve miedo por mí.
Intenté volver a respirar pero ya no pude, apenas si conseguí sacar mis manos, mi boca se abrió para gritar pero el dolor lo inundó todo, mi corazón, mis pulmones, mi mente, el paisaje se hizo oscuro y decidí descansar, dejarme llevar.
Su mano se hundió y se llevó fe, esperanza, vida y alegría. Aquí estoy recorriendo las orillas, buscándole, sabiendo que lo que encuentre de mí será horrible de ver, pero seré yo.
miércoles, 17 de junio de 2009
"10.10 am"
Envió este mensaje a través de su teléfono móvil e inmediatamente bajó al tercer subsuelo del parking abandonado con la firme determinación de cumplir con su palabra. Se había convencido que no habría vida sin su esposa y la pequeña Lily.
Dejó su teléfono en un lugar visible y empezó a pasar cuidadosamente grasa de caballo en un tramo de la cuerda como le habían dicho, quería asegurarse que corriera fácilmente y no quemara demasiado la piel. Constantemente miraba hacia el teléfono esperando la entrada de un mensaje o una llamada. Con habilidad realizó un nudo corredizo y luego de varios intentos consiguió pasar la cuerda sobre una viga. Pendiente del teléfono en todo momento, recogió un par de sillas rotas, tres cajones y un trozo generoso de madera que se encontraban esparcidos por el lugar. Se dispuso a crear una base donde subirse. Su mirada paseaba entre su reloj de pulsera y el teléfono móvil. Su cabeza repetía una y otra vez que si no podía rehacer su vida con las personas que amaba, ésta era la mejor opción. No estaba dispuesto a este fracaso amoroso por los celos injustificados, fantasmas del pasado que reaparecían en su presente. No le importaba demostrar con su vida la veracidad de sus sentimientos.
Como pudo, con los elementos que había reunido terminó de realizar una plataforma visiblemente inestable, los tres cajones de base, luego las sillas a modo de cuña y por último la madera conformaban la altura que estimaba necesaria. Miró su reloj, 10:15 Ya habían pasado cinco minutos de la hora elegida. “El silencio es una respuesta” pensó. Se sentó, respiró profundamente... lloró. Al cabo de unos minutos cogió su móvil y con dificultad subió a lo alto de la improvisada plataforma. Colocó la cuerda en su cuello, cerró los ojos, permaneció unos instantes en silencio dándole una oportunidad a la vida.
Con lágrimas, miró el teléfono por última vez solo para confirmar que no habían entrado mensajes. En ese momento, descubrió que su teléfono no tenía cobertura en el subsuelo. Sintió una profunda felicidad, una ola de esperanza recorrió su ser al tiempo que la estructura se desestabilizaba y dejaba su cuerpo pendulando al final del cabo.
sábado, 13 de junio de 2009
"Sin demoras"
Demorar era su especialidad. “No hagas hoy lo que se puede hacer mañana” su lema preferido. No salía ahora si pensaba que quizás saldría mañana. Que prisa hay, todavía falta para llegar al límite. Esto, aquello y lo otro puede esperar. Dominaba el arte de dejar todo para después, incluso el vivir, sólo lo comprendió cuando no pudo retrasar su momento final.
martes, 9 de junio de 2009
"Dejarse ir"
rítmico del pecho se detenga.
Que el desaliento acabe con el aliento.
Que la tierra consuma lo que creó.
El augurio del descanso tienta al más creyente, sobra dolor, falta valor y comprensión de lo uno o lo otro.
¿Por qué? ¿Por qué? Martilla la pregunta sobre la piedra muda del destino.
lunes, 8 de junio de 2009
"Ausencia"
domingo, 7 de junio de 2009
"La tercer letra"
Solo hoy tenemos la oportunidad de elegir entre el bien y el mal.
jueves, 4 de junio de 2009
¿Cuánto falta?
lunes, 1 de junio de 2009
"Totuma"
Pueden leer los relatos que los demás compañeros han escrito sobre la misma foto pinchando los siguientes links:
http://visionesdelaluna.blogspot.com/
http://correrescosadecobardes.blogspot.com/
http://lotofagosynenufares.blogspot.com/
http://spulzeer.blogspot.com/
http://nuevepuertas.wordpress.com/
Su pesado paso dejó una huella imborrable. Asoló la zona a su antojo durante años. Semana tras semana, al grito de “viene Totuma”, hemos corrido dejando la aldea vacía que él destrozaba en su andar. Totuma era llamado así por la cantidad de estos frutos que era capaz de comer. No era habitual, pero alguna vez se ha llevado una o dos de nuestras mujeres, de las que no hemos vuelto a saber nada.
Con el tiempo aprendimos a conformarle, duplicamos nuestro trabajo en el campo para alimentarle y preparamos enormes arreglos frutales que dejamos a la entrada de la aldea.
Aquel día, como todas las semanas, estábamos preparando nuestros presentes, pero por algún motivo, esa mañana se adelantó su llegada. Corrimos al sentir temblar la tierra por sus pasos, corrimos todos, menos Mara, una joven y hermosa doncella que permaneció de pie junto a los platos gigantes cargados de centenares de frutos. Mara, era la más bella y la más rara de las jovencitas que vivían en nuestra aldea, no parecía pertenecer a este mundo. Era una soñadora que no paraba de decir que ella había sido enviada aquí, para cumplir una misión muy importante que aún no sabia cual era. Él se sorprendió al verla allí. Se inclinó dando un último bramido, quizás esperando ver correr a la joven. Ella, se mantuvo en pie mientras el aliento de Totuma arremolinaba sus cabellos rubios y mirándole a los ojos, le susurro, “te quiero”. También cuentan los testigos que Mara desnudó su hermoso cuerpo ante él. Totuma quedo desorientado y suavemente con su mano de gigante cogió a la doncella apretándola contra su pecho. Él permitió que ella metiera sus manos en su cuerpo y acariciara su corazón. En ese momento, ambos quedaron petrificados.
Con el tiempo, la gigante estatua de los enamorados se fue deteriorando y cayendo a grandes trozos. Hoy solo queda un pie de Totuma a la entrada de la aldea, quizás, para recordarnos su paso.
Los ancianos explicamos a los jóvenes que ha debido ser así, para poder perpetuar la unión en el tiempo, que las almas de Mara y Totuma permanecen juntas al otro lado de este mundo y que Mara dio su vida para enseñarnos que solo el amor podrá detener a los gigantes que asolan esta tierra.