La policía no creyó en nuestro relato, la abuela sí y ya en privado nos pidió lo contáramos una y otra vez con lujo de detalles...
A nuestro alrededor gritos, cristales rotos, tiendas en llamas, gente deambulando perdida y otros por el suelo aullando de dolor, había quien ya no se movía, brazos y piernas separados de los torsos y el humo que salía de los cuerpos incluso de los nuestros y el río rojo en toda la calle... un río rojo... eso había a nuestro alrededor.
La abuela siempre dijo que fue un milagro. Así lo sigue contando hasta el día de hoy, “Un milagro”.
Quise buscar a mi tío pero la mujer del vestido blanco reapareció entre nosotras, calmó nuestro llanto y me dijo que mi tío seguramente estaría bien, nos cogió nuestras manos y nos sacó de allí. Con voz angelical empezó a cantar una canción que nos fue enseñando verso a verso a medida que caminábamos...
Cuando lo conté, la abuela se puso pálida y se tuvo que sentar, luego me pidió que volviera a describir a esa mujer.
Nos detuvimos en una plaza un momento a descansar, ella con sumo cuidado, fue quitándole la ropa a mi hermana sin dejar de cantar, vi como la piel se despegaba junto con la ropa dejando la zona en carne viva, otras partes estaban con llagas y ampollas y algunas muy enrojecidas, también vi como la piel se curaba de inmediato en el momento que ella pasaba su mano sobre las partes afectadas...
“Un milagro” seguía repitiendo la abuela mientras corría al cajón donde nunca se nos dejaba tocar, donde guardaban las cosas importantes, revolvió un rato entre papeles y viejas fotos.
Luego hizo lo mismo conmigo, tenía una voz hermosa y su cuerpo olía a jazmines, pude apreciarlo cuando nos abrazó fuertemente diciendo que nos quería, nosotras también nos abrazamos fuerte a ella, sentí que la quería...
Por fin, trajo una foto en la que había una pareja en su día de bodas, esa era la mujer, allí estaba vestida de blanco. La abuela me contó la historia de esa pareja, mi historia, por primera vez me hablo de ellos y del accidente que habían sufrido a poco de nacer mi hermana...
Desnudas pero sin rastro alguno de lo sucedido en la piel seguimos caminando de su mano y cantando. Cuando los policías detuvieron su coche frente a nosotras bajaron y preguntaron que hacíamos por ahí caminando solas a esa hora, me giré para decirles que estábamos con ella y ella ya no estaba, entonces les conté lo que había pasado frente al centro comercial y nos llevaron a la comisaría, nos hicieron preguntas, nos dieron ropa y comida, la abuela no tardo en llegar, nos abrazó entre lagrimas sin parar de preguntarnos “¿Dónde habíamos estado...?¿Dónde habíamos estado...?
Encontraron el cuerpo del tío Osvaldo y llevaban dos días buscándonos a nosotras, eso es algo que aún no puedo explicar, ni como aparecimos tan lejos del lugar donde sucedió todo. Sí, era ella...
A pesar de los años que han pasado mi abuela cada vez que habla de esto sigue diciendo entre lagrimas "Un milagro, un milagro”
Sí, era ella...
http://nuevepuertas.wordpress.com/2009/07/27/el-ultimo-dia-en-la-tierra/