El encuentro fue imprevisto.
Desde la primera mirada
el deseo se reflejo en nuestras mejillas.
A solas, conocí la sensibilidad de su piel,
la madurez de sus labios,
la fuerza de sus caderas.
Recorrimos el laberinto de los sentidos
hasta bien entrada el alba.
Con la distensión que deja la noche,
se despidió sin decir adiós,
tampoco hasta luego.
No sé si volveré a verla...
disfruto de esa incertidumbre.
Con ella, conocí la sensualidad de la espera.
6 comentarios:
Una dulce espera esa que describes, si todas tuvieran ese dulce resabio, la impaciencia carecerîa de sentido.
Un saludo, un abrazo y gracias por tu paseo y tus palabras. Un placer leerte.
Coincido con "eva luciérnagas y zarzamora"...
Y agrego.. ¡Qué dura es la vida!.
Conocí un amigo, que mientras esperaba, arregló la casa....
Un gusto poder leer tus escritos.
Un abrazo.
¡¡¡Cómo me gusta tu blog!!! lo que escribes y las imágenes, me parece precioso, un bello rincón de sentimientos y de sensibilidad, encantada de estar aqui.
Salu2.
Hola Maria, bienvenida y gracias por tus palabras.
La incertidumbre alimentó la esperanza.
La esperanza se disipó tras el hasta luego.
El hasta luego se anunció con la sensualidad encubierta de su cuerpo.
¡¡Hola Luna!!
Un beso
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